CHANTAL MAILLARD: LA MIRADA QUE DESVELA LAS RAÍCES DE LA VIDA

 


Chantal Maillard es una de las creadoras (poeta, pensadora) más extraordinarias del momento presente. Sus últimas obras serán esenciales para nuestro Seminario Internacional, en el que procuraremos que esté con nosotros.
Ahora recordamos tres de sus últimas aportaciones imprescindibles no solo para repensar lo humano, más allá del "hambre" y la avidez insaciable de algunos, sino para repensar el universo del que formamos parte, desde una mirada valiente que desvela las raíces (a veces amargas) de la vida.
La mujer de pie no es un tratado, tampoco es una ficción. Es una invitación a la escucha. Una historia contada en tres registros diferentes. Una historia en busca de argumento. Una reflexión sobre la enfermedad, el fragmento, la discontinuidad de la percepción y la ilusoria creencia en un yo que le diese sentido a la existencia.

Este es sin duda el libro más perturbador que ha escrito Chantal Maillard hasta la fecha. En él se enfrenta a los grandes temas sobre los que la humanidad lleva interrogándose desde el principio de los tiempos. El nacimiento, el dolor y la muerte, los dioses y su ausencia, la relación de nuestra especie con los demás seres vivos, la maternidad y el suicidio, la culpa y la inocencia, el juicio y la creencia. Todo ello girando en torno al eje de una primordial violencia que todos padecemos a la vez que infligimos. ¿Cómo compadecer, considerando el crimen?, se pregunta la autora. ¿Y cómo no compadecer, considerando el hambre? Las tradiciones orientales y del mundo clásico griego están una vez más presentes en esta escritura que parece sin embargo surgir siempre del cuerpo, de la experiencia vivida en busca de una libertad imposible y de una clarividencia que despierta temor por lo que pueda llegar a comprender. 'En todas las tiranías la inteligencia es la fruta prohibida', afirma Chantal. Y también 'Con qué facilidad se traduce el miedo en conveniencia'. Valor e inteligencia son necesarios para adentrarse en este libro, del que ninguna página le dejará indiferente.

Como fragmentos de un largo monólogo, los poemas nos indican, con la acotación justa, el devenir dramático de la protagonista, una Medea anciana que dialoga consigo misma sobre el dolor y la culpa de haber matado lo que más quiere. La voz sostenida de Medea ahonda en los prejuicios heredados, los conceptos asimilados, como motivos de su desgarro. Y dialogando con esos ecos, los versos llegan al fondo primigenio y ancestral de todas las acciones humanas. Y con ello el libro se propone, no ya como una meditación sobre la culpabilidad femenina, sino como un doloroso proceso de curación.  

Comentarios

  1. ¿Cuáles son los límites de lo humano? Ortega y Gasset tiene una frase muy enjundiosa que dice: "El tigre no puede destigrarse, sin embargo, el humano sí puede deshumanizarse". ¿Acaso el machismo no es una forma de deshumanizar al ser humano, de volverlo in-humano? Tratar a un ser humano, sea mujer u varón (y aquí los términos no son gratuitos, como tampoco lo son los del lenguaje, pues "vir" es de la misma raíz que "virtus", con lo cual tan solo el varón sería capaz de excelencia), de modo opresivo, degradante y misnuvalorándolas a cada momento... habla a las claras que el modo de concebir uno y otro género es asimétrico, desigual y claramente injusto. Habría que volver a repensar y resemantizar qué entendemos por "humano", hoy, en el siglo XXI. Pues el feminismo es el nuevo humanismo del presente.

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    1. Totalmente de acuerdo: el feminismo es el nuevo humanismo del presente. Tal vez el primer humanismo, ya que -como señalas- todo lo que hemos llamado humanismo desde el pensamiento androcéntrico y patriarcal es bastante inhumano. Tenía razón Nietzsche (por cierto, un pensador muy misógino) cuando afirmaba que lo humano es una cuerda tendida sobre el abismo, entre el animal del que venimos y el “Übermensch” (que no se debería de traducir por “Superhombre”, sino por “Ser-humano-que-se-supera”, que es capaz de elevarse (Über) por encima de lo puramente material y genético. El surgimiento, la emergencia de la conciencia nos hace libres, pero también responsables. No hay humanidad sin alteridad, sin apertura y respeto a la otra, al otro. Y por ello impulsar una nueva civilización planetaria en nuestra Matria Gea (Gaia) es trabajar por la igualdad real y efectiva de todos los seres humanos, pero, muy especialmente de las mujeres, que sufren la injusticia, la opresión y la violencia de un modo muy especial.
      Pero no podemos quedarnos en un debate nominalista. La propia imagen y concepción de lo “humano” es sociohistórica, cambia. Y cambia desde unos marcos ideológicos a otros. Tal vez, cuando nos demos cuenta, tengamos que dejar atrás cierta concepción de lo humano y aceptar su profunda mutación, la Trans-humanización. Yo confío en que, en esta metamorfosis, dejemos de ser gusanos y nos transformemos en mariposas, para alzar el vuelo y tomar conciencia, desde lo efímero de nuestras vidas, de los horizontes de verdad, bondad y -sobre todo- belleza.

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  2. Me interesa Medea como personaje histórico más que como mito, aunque Chantal Maillard reconoce que ambos son inseparables. Como Circe, la tía de Medea, la hechicera que encierra en la pocilga a los marineros de Ulises, posee conocimientos mágicos. Como su madre y su abuela, como seguramente muchas de las mujeres de la Cólquida conocía los procesos de la vida y la muerte, la sexualidad y la reproducción, la naturaleza que aporta pócimas, bebedizos, fármacos, hechizos, filtros, la naturaleza animal. Chantal Maillard toma la inocencia y la compasión de la Medea de Lars von Triers; en la Medea de Pasolini aparecen conocimientos que para los aqueos parecen magia. Conocimientos de tradición femenina para aliviar dolor o matar, para matar sin sufrimiento, para controlar la fertilidad, favorecerla o evitarla, cuidar los cuerpos, ayudarlos a vivir o morir. Las mujeres colquideas aparecen en la Historia gracias a esa sabiduría, magia para los pueblos que han perdido ese tipo de conocimiento, como quizás las brujas de su vecina Iberia.

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    1. Es muy interesante tu reflexión, Lola. Sin duda Medea nos da mucho que pensar: por su condición de mujer, de extranjera, de maga (en el sentido más etimológico, de que tiene “Mach*-“, poder. Bien sabemos que toda fobia (y la ginecofobia es una de las más irracionales y profundas) implica a la vez miedo y rechazo violento. Ya Gilbert Durand, en sus “Estructuras Antropológicas del Imaginario”, apunta ese miedo irracional desde los orígenes de muchos hombres hacia las mujeres (que llevan consigo la clave de la vida) y que están más cerca de los secretos de lo natural (no olvidemos que mater / materia) tienen la misma raíz. Hay que seguir reflexionando en esa línea.
      Pero yo creo que el reto que nos ha planteado Chantal Maillard (lo hace desde “La compasión difícil”, ese ensayo tan importante para entender mejor su libro “Medea”) es bajar con Medea a los infiernos. No justificarla, sino convertirla a ella en oráculo de grandes y duras verdades, que casi no podemos soportar. Ha dado la voz a Medea para que nos interpele. Y con ello ha llevado el trasfondo histórico de Medea y el mito construido sobre ella más allá y más abajo. Es interesante debatir sobre ello.

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    2. Preciosa y desgarradora la voz que Chantal Maillard da a Medea. Lo hace a partir de Eurípides, pero no hay que olvidar que existe otra tradición: la que pone en duda el infanticidio de Medea. Aparece en Apolonio (40-120 d. C.) y se popularizó enormemente con "The Golden Fleece" (1944) de Robert Graves, quien defiende que Medea provenía de una sociedad matriarcal (era sacerdotisa) y que su mito explica la destrucción de la cultura de la gran diosa y el auge del patriarcado griego.
      En Alemania el debate sobre las teorías del matriarcado ha sido especialmente intenso. Su origen se puede situar en "Das Mutterrecht: Eine Untersuchung über die Gynaikokratie der alten Welt nach ihrer religiösen und rechtlichen Natur" ("El derecho materno: un estudio sobre la ginaicocracia del mundo antiguo según su naturaleza religiosa y jurídica") (1861) del arqueólogo Johann Jakob Bachofen.
      Puedo recomendar la novela "Medea. Stimmen" ("Medea. Voces") (1996) en la que Christa Wolf narra que Medea no mató ni a sus hermano ni a sus hijos. El hermano murió a manos del padre, quien así se aseguraba el trono, y ella lanzó los pedazos de su cuerpo al mar desde la nave Argos para acusar al rey del crimen. Los hijos, a su vez, fueron asesinados por sus adversarios políticos, que así la podían acusar de brujería e instauraron un rito que ayudaría a recordar la crueldad de Medea.
      Aunque esta idea de una Medea matriarcal, silenciada por la hegemonía androcéntrica, quizás no se remonte a hechos históricos, opino que es importante tenerla presente como referente feminista, más en tiempos en que los infanticidios suelen ser actos machistas.

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